28 de noviembre de 2008

Fragmentos...

Creo que los que escriben, los que escribimos, aunque suene un poco pretencioso, vivimos un poco más que los demás... ya sea para recordar lo que nos ha pasado o ha pasado a un pueblo en una época determinada o para inventarnos nuevos usos, costumbres, anhelos, rostros o fantasías.

Vivo cada vez que pongo mi mano y escribo sobre una nueva página de aquél cuaderno verde, o una frase que dejé sin completar unas semanas antes... vivo cada vez que recuerdo lo que he escrito, que releo las palabras sin sentido, que me descubro fiel en una línea que no recordaba haber escrito.


Me conozco más mientras más escribo, mientras exteriorizo los dragones que viven dormidos en mí, en un jarrón chino.

No he sido nunca buena para hablar, siempre he sido mejor para soñar.

No pretendo descubrir el velo del misterio, voy a encender una luz aquí muy dentro, y tal vez me descubras algún día entre las sombras.

¿Qué sucede en realidad con las cosas cuando las escribimos?

¿las sacamos de muy dentro y las exorcisamos?
¿las convertimos en algo tangible, palpable y por ende en realidad?
¿hacemos que aquél que las lea se las crea? ¿o nos las creemos al escribirlas?

La vida es puro ruido entre dos grandes silencios. (y tenemos miedo).

¿cuánto tiempo tiene el amor? ¿la pasión, el deseo? ¿cuánto tiempo espera la desesperación? ¿cuánto la ilusión?

Así a veces, lo que miro ahí dentro, muy dentro de mí, no tiene ni el más mínimo de los sentidos.

Y sin embargo, si algo te ha atrapado, no te preocupes, igual me atrapó a mí.

25 de noviembre de 2008

La historia que soñé que te contaba

Cada sueño es una vida, vivo cada vez que sueño. Contigo, con otras personas, con otros momentos, con otras historias. Últimamente me acuerdo de todas. Permanecen en mí mientras vuelvo a la vida, esta, la real, y se quedan conmigo por horas, por días. Como si quisieran salirse de mí para vivir por sí mismas. Y quizás a veces lo logran, por un instante, por un segundo, en que no sé quién soy o qué hago aquí, como si fueran dos en mí.



La luz se ve diferente y los sonidos se oyen lejanos, los colores se desvanecen y los olores permanecen. Un instante. Y luego todo regresa a la normalidad. Todo excepto esa sensación, ligera pero presente, constante, de que algo extraño ha sucedido, de que sigo viva y en este mundo, pero no lo estuve hace un segundo, un minuto, una hora.
Y respiro, lentamente... una, dos, tres veces y continúo. En esta vida, en este mundo. Hasta que llega la noche, hasta que llega el sueño, y me escapo, a vivir otras vidas, a soñar otros sueños.



O quizá la otra vida viene a mí, se apodera de mí y me aparta de mí. Tal vez mientras yo creo que estoy soñando, en realidad alguien más ha venido a ocupar mi cuerpo, mi mente. Tal vez un día despierte de un sueño y no sea yo quien ocupe mi espacio, quien viva mi vida, quien sueñe mis sueños.



Tal vez hoy no duerma, del puro miedo de pensar que no pueda despertar siendo yo misma. Del puro coraje de saber mi mente utilizada para otros sueños.



Pero no, al final la curiosidad me gana, y me voy entregando a la noche, empezando a soñar que sueño, con otras historias, con otros sueños. Me dejo llevar por la aventura, por el deseo, por la ilusión, de encontrarte en una historia, de esas que no vivo. De esas que sólo sueño, cada noche, todas las noches.



"Buenas noches dulce sueño, ojalá y te vuelva a soñar".


23 de noviembre de 2008

Sueño de un caracol

Sueña un caracol con querer llegar más allá, con querer volar. Avanza lentamente queriendo salir del pozo en el que ha vivido siempre. Minuto tras minuto. Subiendo al cielo. Pero se cansa, pero no avanza, no lo suficiente. Sueña sin llegar jamás al borde. Horas y luego días ¿por qué no pueden los caracoles volar?



Se siente único, especial. Por querer salir, querer conocer. No quiere vivir y morir en el fondo seco del pozo en el que se encuentra. No quiere ser como los otros. Pero sigue sin alcanzar el borde, y su tiempo se acaba. Avanza lentamente. Más horas y más días.



Y por fin llega, justo al amanecer. Todo es más claro, más puro, ahí afuera, en el borde del pozo. El sol sube con rapidez de caracol. Un nuevo día nace mientras el caracol se despide de esta vida.



Sueña un caracol un sueño eterno.