25 de noviembre de 2008

La historia que soñé que te contaba

Cada sueño es una vida, vivo cada vez que sueño. Contigo, con otras personas, con otros momentos, con otras historias. Últimamente me acuerdo de todas. Permanecen en mí mientras vuelvo a la vida, esta, la real, y se quedan conmigo por horas, por días. Como si quisieran salirse de mí para vivir por sí mismas. Y quizás a veces lo logran, por un instante, por un segundo, en que no sé quién soy o qué hago aquí, como si fueran dos en mí.



La luz se ve diferente y los sonidos se oyen lejanos, los colores se desvanecen y los olores permanecen. Un instante. Y luego todo regresa a la normalidad. Todo excepto esa sensación, ligera pero presente, constante, de que algo extraño ha sucedido, de que sigo viva y en este mundo, pero no lo estuve hace un segundo, un minuto, una hora.
Y respiro, lentamente... una, dos, tres veces y continúo. En esta vida, en este mundo. Hasta que llega la noche, hasta que llega el sueño, y me escapo, a vivir otras vidas, a soñar otros sueños.



O quizá la otra vida viene a mí, se apodera de mí y me aparta de mí. Tal vez mientras yo creo que estoy soñando, en realidad alguien más ha venido a ocupar mi cuerpo, mi mente. Tal vez un día despierte de un sueño y no sea yo quien ocupe mi espacio, quien viva mi vida, quien sueñe mis sueños.



Tal vez hoy no duerma, del puro miedo de pensar que no pueda despertar siendo yo misma. Del puro coraje de saber mi mente utilizada para otros sueños.



Pero no, al final la curiosidad me gana, y me voy entregando a la noche, empezando a soñar que sueño, con otras historias, con otros sueños. Me dejo llevar por la aventura, por el deseo, por la ilusión, de encontrarte en una historia, de esas que no vivo. De esas que sólo sueño, cada noche, todas las noches.



"Buenas noches dulce sueño, ojalá y te vuelva a soñar".


No hay comentarios: