3 de junio de 2009

Locura

Enloquecí.

Imaginé que tu forma de mirarme era especial, única. Imaginé que tus ojos me contaban una historia. Imaginé que sonreías por mí, para mí. Imaginé también que tus manos intentaron alguna vez encontrar las mías, y que no las soltaban, mientras imaginaba que tu cuerpo se acercaba al mío.

Y de pronto no pude imaginar más... ahí estabas, frente a mí. Sin verme siquiera, soltando mis manos, alejando mi cuerpo. No supe cuestionar la realidad, tu realidad, confrontarla con mi realidad inventada. Entonces supe que te había imaginado... y que te creí verdadero.

Enloquecí, no había otra salida: no eras real.

Y decidí aceptarlo, revertir la mentira que me conté a mi misma, que me creí toda. Entonces él llegó. Testigo de mi locura. Y me dijo que no te imaginé, que no imaginé tu mirada ni tu sonrisa. Que tus manos buscaron las mías hasta encontrarlas y nuestros cuerpos se unieron en un baile que duró en un instante toda una vida. Eras real... eres real. No estoy loca. Eres real y estás ausente... escapando de mí y de ti. Y no sé quién eres.

Era mejor haberte imaginado.

Era mejor saberme loca.

4 comentarios:

Daniel Saborío dijo...

¿Y qué pasa cuando alguien se va dejando su cuerpo abierto a otras esencias?

¿No le ha pasado, señorita Ana?

Hay veces que personas que conocemos tan bien y que dejamos de ver por la noche, al otro día tienen otra mirada y son indiferentes indiferentes y malogradas...

¿POR QUÉ?

¿Locura?

¿Por qué un día sí y otro día tal vez?

¿Cómo puedes estar seguro de cruzar un puente si a veces es fuerte y a veces cruje con tan sólo un pequeño paso de niño?

¿Usted sabe el cómo?
¿Y el por qué?


D.

Anónimo dijo...

Estoy especulando no más como es mi costumbre y hay un camino que me lleva a pensar en el kien....No más viene a mi mente un peinado peculiar...
Tendré razón?

Me encantan tus palabras!

AnaJ. dijo...

Señor Daniel!

Al final creo que la locura es nuestra por seguir cruzando puentes inseguros y por cuestionar acciones ajenas.

Pero si la cordura fuera parte de mi vida, ni usted ni nadie tendría la oportunidad de leerme, puesto que no tendría nada que escribir...

Sigamos preguntando que tal vez es ese el objetivo, no encontrar respuestas sino cuestionar hasta el cansancio.

Y amar hasta que algún loco nos ame de vuelta.

Ana

AnaJ. dijo...

Amiga, qué puedo decirte!

Hay situaciones en que las cartas son un lujo innecesario... y en las que las palabras sobran.

Un beso!