16 de octubre de 2009

Otoño

Cada vez amanece más tarde. Y es más fría la mañana.

Luna llena que sigue mis pasos por una calle vacía de una ciudad dormida. El eco choca con puertas y ventanas cerradas, y luces inciertas alumbran mis sentidos. Mi respiración se eleva en forma de vapor hasta perderse entre las ramas bajas de los árboles. Las hojas parecen más amarillas, más rojas.

Otoño. Un par de semanas. Tal vez dos.

Y ha llegado el invierno.

De pronto, sin aviso. Se ha instalado en las calles, en los parques, en los corazones.

Pero al final llego a casa.

Aquí aún hay vida, somos ajenas a la ciudad que se retrae, que se esconde bajo las hojas de los árboles, olvidadas por el otoño. El frío se cuela por las ventanas, invade sin permiso las habitaciones. Pero no nos define, no nos inquieta.

Esta ciudad es nuestra, otoño, invierno, frío, lluvia.

Al final volverá la primavera.

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